miércoles, 9 de octubre de 2013

Maridos

A cuentagotas.
     Maridos es un libro para leer a cuentagotas.
     Es un libro ideal para la alcoba, para leer cada noche uno o dos relatos antes de cerrar los ojos; como puente entre el sueño de papel y el sueño de tinieblas.
     En  pequeñas dosis; para saborear cada rincón de unos párrafos plagados de sentidos y evocaciones. La prosa es de estructura sencilla, de palabras claras y llanas, con frases de gran intensidad que condensan al máximo situaciones cotidianas y filosofías de vida y de vidas.
     Menos es más. En tres o cuatro folios Angeles Mastretta  desenvuelve argumentos que otro autor hubiera decidido desarrollar en una novela corta. Exige el máximo de atención al lector, si quiere envolverse en la plenitud del sentido que encierra cada renglón.
     Son historias de mujeres. Son historias que se cuentan las mujeres. Son esas historias que las mujeres desgranan a media voz en un rincón de una cafetería, en una terraza de verano o en la intimidad de una sala de estar; con franqueza, sin excesivos adornos, con la crudeza de una realidad que las asfixia y las maltrata.
     Son historias que cuentan las mujeres a otras mujeres.
     Son historias de mujeres que aman y quieren ser amadas; que necesitan el amor, que tienen que conformarse con algunos de los sucedáneos que la vida les dispensa en cada atajo; mujeres que, llegada la ocasión, lo arriesgan todo a una pasión incierta.
     Son mujeres abandonadas a su suerte en un escenario de corte conservador en el que el hombre impone sus caprichos. Y al fin y al cabo, ¿qué pueden esperar de los hombres, seres egoístas, egotistas y ególatras que nada comprenden?
     Es la vida. La fantasía de la autora añade, adorna, corrige, dramatiza; ahora bien, la base es la realidad cotidiana, una realidad que se impone al arte ya a la literatura.
     Mastretta describe un patrón de referencia de relación de pareja basado en la referencia inicial del matrimonio tradicional; un modelo en el que el marido marca aparentemente las reglas, toma las decisiones y dispone a su capricho; un mundo en el que la mujer acata y asume a su manera esta dominación, si bien se protege y se defiende con una mayor fortaleza interior y con un control de los afectos del grupo familiar; en ocasiones, incluso, se atreve a traspasar la frontera que marca el límite de la fidelidad y la convención.
     Historias marcadas por la pasión, por la atracción fatal, por el dominio de los sentimientos, con grandes dosis de resignación y de asunción de lo inevitable.

Jose Las Palmas GC Noviembre 2013



El último encuentro


EL ÚLTIMO ENCUENTRO

Os propuse esta novela porque aunque apenas tiene intriga, y pronto sabemos de qué va todo, trata de forma intrigante temas que interesan a todos: la amistad, el amor, la traición... y la necesidad y, al mismo tiempo, la imposibilidad, de comprender completamente la verdad de nuestra vida.

Lo que me interesa de esta historia - como de todas las historias de amor – es que se hace  imposible para sus tres protagonistas. Y ni siquiera al final sabemos si es la amistad o la traición o ambas cosas las que la hicieron imposible para cada uno. Pero está bien saber que sólo por esa pasión ellos – los hombres ya ancianos - saben que no han vivido en vano.

De la mujer, Krisztina, se cuenta mucho menos, como si fuera más que el objeto amoroso, un personaje secundario, casi un pretexto platónico para el protagonismo de los hombres. Al final, se dice que ella también tenía su carácter, también le ocurrieron cosas, en un sentido diferente a como lo interpretan los hombres. Y al morir, llama a Henrik y no Konrad y el propio Henrik no lo entiende bien cuando se entera ya tarde.

Este segundo plano en que aparece en cierto modo Krisztina subraya para mí una idea que se apunta en otro lugar, la de que “... la amistad es la relación más intensa de la vida y... que por eso se presenta en tan pocas ocasiones”. Y efectivamente, en esta historia parece que la amistad se impone a la pasión. Pero además, la omisión de detalles sobre Krisztina y su mundo interior ilustra la dificultad y finalmente, la negativa de Henrik  - ¿de todo hombre? - para comprender y conocer a la mujer amada.

Aunque esto no le ocurre con Nini, la nodriza, con la que se entiende más allá de las palabras. Es muy bonito cuando de niño está tan gravemente enfermo y la hacen venir a Francia desde su tierra y cuando está mejor van juntos a Bretaña y debajo de una higuera les parece que el mar murmura como los bosques en su patria y sin decirse nada el niño y la nodriza piensan que todo está conectado en el mundo.

Me parece un acierto narrativo que aumenta la impresión de autenticidad que Henrik, primero cuando cuenta en general su vida y la juventud de los tres y luego, cuando habla a Konrad anciano, lo hace con tristeza, como si no lo entendiera todo del todo. Creo que es mas o menos vagamente, lo que nos ocurre a todos. A Nini le reconoce que sabe la realidad pero quiere la verdad y su monólogo – un tanto extraño pero propio de un anciano de esa época - responde muy bien a esa pauta.

El silencio de Konrad anciano, aparentemente frustrante, habla bien de lo que no se puede ni es necesario expresar con palabras. En cierto modo, su actitud está ya anticipada en un episodio de la juventud de ambos cuando visitan juntos a los padres de Konrad y éste le cuenta todo lo que ellos han sacrificado, lo responsable que se siente e incluso el deseo de su muerte que ha llegado a sentir. Cuando se van de esa ciudad, sintieron los dos que algo había ocurrido entre ellos. Como si uno de los dos le debiera algo al otro. Aunque todo esto no se podía precisar con palabras.

Otro aspecto interesante es la interrelación entre la historia individual de amor y la amistad traicionados e imposibles y el contexto de decadencia y fin de un mundo en el que se desarrolla: el de la nobleza y burguesía del imperio austro-húngaro que también asistió a su extinción sin comprenderla. Ese contexto por una parte explica las situaciones, la atracción de Krisztina y los límites de la amistad entre el hijo del noble guardia imperial y el brillante “advenedizo”  que nunca sería un soldado de verdad porque era diferente, Por otra parte, da muy bien el tono de conclusión, de pasado irrecuperable, de despedida a los personajes y al mundo que se va con ellos.

Es posible que eso sea también el inconveniente, una excesiva localización en el tiempo y espacio concretos que a veces presentan como trasnochadas emociones y sentimientos. No estoy segura.

En conjunto el libro tiene muchos aciertos, un estilo muy personal y una prosa llena de poesía que se lee con mucho gusto.

Pero para que Inmaculada pueda ejercer profesionalmente su análisis psicológico de caracteres y personalidades, recomiendo La herencia de Esther del mismo autor. Realmente inquietante.

Consuelo. Madrid octubre de 2013